La industria naviera enfrenta un escenario de ajustes planificados.
Se estima que del 11 de agosto al 14 de septiembre de 2025, se cancelará el 6 % de los itinerarios globales, medida que ya está generando repercusiones en toda la cadena logística, especialmente en América Latina, dado que muchas rutas hacia la región dependen de conexiones desde Europa. Esta interdependencia crea una reacción en cadena que afecta tiempos, disponibilidad de espacios y costos operativos.
Cancelaciones estratégicas y alimentadoras desde Europa
Las cancelaciones —también conocidas como blank sailings— impulsadas por las navieras buscan equilibrar la oferta ante una demanda más baja de la esperada. Aunque buena parte de este recorte ocurre en los ejes Asia‑Europa y transpacífico, las rutas que conectan hacia Sudamérica son afectadas indirectamente, ya que dependen en gran medida de conexiones desde puertos europeos. Cuando una escala o enlace europeo se ajusta, se genera un retraso o cambios de itinerario que impactan en cadenas comerciales completas en LATAM
Una reacción en cadena con efecto regional.
En América Latina, los operadores logísticos están reportando congestión adicional derivada de estos ajustes globales. Puertos de transbordo europeos reestructuran escalas, lo que a su vez dilata tiempos y duplica el esfuerzo de coordinación para que la carga continúe su tránsito hacia destinos sudamericanos. La consecuencia: pérdidas de espacio en buques, mayores costos de flete e incluso cancelaciones de embarques previstos con anticipación
Planificación proactiva: clave para mitigar el impacto
Ante esta dinámica, las empresas en la región suramericana deben:
FUENTES: Blueberries Consulting / Mundo Marítimo